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IV

La vacuidad intelectual y estética del cine en su edad adulta, decíamos, se palpa en su reiterado tropiezo en la apelación a una historia, siempre la misma, siempre indiferente al conflicto de la forma. "El hombre elabora ideas. Es un intrépido creador de ideas", dice Berthe. El combate personal de Godard contra la edad adulta del cine es, justamente, la creación de un "cine de ideas" -intrépido, ayer y hoy-. Esta elección estética -ideológica- es la cifra del cine de Godard. El libro de las páginas en blanco que aparece una y otra vez en Eloge... apunta sobre esto: las historias se escriben con lápiz y papel; las ideas, con imágenes y sonidos. La complejidad y riqueza de las ideas van a estar determinadas, siempre, por la propuesta formal que las aloje (el arte de Godard encuentra su vivencia en la forma, apasionadamente).

Vale aclarar que ya en 1966 Susan Sontag advirtió con lucidez algunas de las coordenadas del "cine filosófico" de Godard (en Contra la interpretación).

V

The Matrix puede sernos transmitida de uno y cien modos sin perder nada de su voluntad como film. Films como Eloge de l'amour sólo admiten un único e insustituible modo de ser. Este, quizás, sea el camino más claro para comprender el problema que azota al cine en su edad adulta.

VI

Dice Philippe de Edgar: "es la única persona tratando de convertirse en adulto". Edgar: quien no acierta a concretar un proyecto -película, obra de teatro, novela u ópera-, a quien se le evanescen los intentos por capturar la idea, quien pulula, va, viene, busca, se pierde. He aquí el sentimiento luctuoso que Godard hace circular en su film.

VII

El continente de Eloge... es el fuera de cuadro; todo fluye en lo inasible al cuadro: voces, miradas, desplazamientos. Cada imagen vale por su capacidad de desbordarse, de fugarse más allá y más acá de lo que modestamente incluye en sus límites. El encuadre es, de algún modo, una ironía. Es, también, una precipitación en potencia, una superficie encantada por el asedio. El efecto de esta operación de desborde del plano nos produce, en tanto espectadores, un movimiento simultáneo de abismo -ante la imprevisibilidad del plano- e hipnosis -en el deseo de capturar los desbordes-. Nuestra lectura también se halla desbordada, atemorizada y excitada por la posibilidad del fracaso.

VIII

Si hablamos del efecto hipnótico en el devenir audiovisual en Eloge... es dable nombrar, además, el recurso de la iteración. A lo largo del film encontramos una serie de segmentos -sonoros, visuales, verbales- que reaparecen una y otra vez como burbujas que emergen de una misma profundidad. La iteración de estos segmentos -además de señalar determinadas frases, sonidos o planos- funciona como un rumor que la narración misma no puede acallar, como si el film se ensayara a sí mismo a cada paso. Estas apariciones-rumores que van, vienen y retornan en el decurso de Eloge..., conforman "las ideas" del film. Ideas sobre las que se sostiene el relato y a partir de las cuales éste fortalece su carácter ensayístico; "mediante la fuerza juzgadora de la idea" (Lukács).

IX

La omnisciente -bella- intimidad que recorre a Eloge... no niega la presencia de un inquebrantable -godardiano- sentido histórico. La gran historia, la pequeña historia, moviéndose a través de las intimidades humanas. El sentido histórico de Eloge... no sólo se desplaza en las alusiones explícitas a acontecimientos tales como la Resistencia o Kosovo; se hace presente, además, bajo el poder de lo minúsculo: las calles, los cafés, los viejos films, los viejos libros, los cuadros, las fotos. Un sentido histórico enemistado con la historia de los historiadores: "los historiadores escriben, no aman mucho las imágenes, sólo como ilustración, como documento. No miran la calle, no miran los viejos films. Es por eso que yo hablo de la "verdadera historia" que todavía no ha sido contada. La gente no tiene un sentimiento histórico de su existencia (Godard)".

X

"El pasado crea una imagen presente", dice Berthe a Edgar. Esta imagen presente -imagen-eco- es la que persigue Godard en los sitios amados: en las fuentes nocturnas de París, en el Bois de Boulogne, en la rivera del Sena, en el Cafe La Favorite, en el rostro fijado de Simone Weil. Este sentido histórico es, antes que otra cosa, una búsqueda, un "buscar adentro nuestro", como Berthe le dice al productor cinematográfico estadounidense. Una operación sentimental sobre el pasado, antitética a la operación comercial practicada en Hollywood.

El sentido histórico que habita en Eloge... es del orden del sentimiento. Lo otro, la transacción con las historias pasadas y ajenas, es del orden del mercado.

Apéndice

Escuchamos a Edgar: "Lo más extraño es que los muertos vivos de este mundo son modelados por el mundo que fue. La manera en que piensan y sienten viene de antes".

Lo que pensamos y lo que sentimos: también el amor.


Mauricio Alonso, julio de 2003